lunes, 6 de noviembre de 2017

AMPLIACIÓN CRISIS DEMOGRÁFICA Y ECONÓMICA (3.8)

DEMOGRAFÍA
-El siglo XVI; a falta de estadísticas globales, todos los indicios apuntan hacia una demografía estacionaria en la época de los Reyes Católicos; la tendencia al aumento se hallaba frenada por causas políticas: expulsión de los moriscos y musulmanes, condena y huida de judaizantes; unidas a causas naturales persistencia de las crisis epidémicas, entre las que fue terrible la de 1507-8. La rica agricultura y el monopolio del tráfico americano elevó la población de Sevilla de 45.000 habitantes en 1.500 a más de 120.000 en 1.600, lo que la situó entre las ciudades más populosas de Europa. En la Castilla del siglo XVI no había ciudades de tal tamaño; Burgos, en el apogeo de su prosperidad, no pasó de 20.000 habitantes, y en el último tercio del siglo inició una rápida caída. Valladolid se defendió mejor, y el traslado de la Corte durante los años iniciales del siglo XVII retrasó su inevitable decadencia.
- El siglo XVII; se sitúa dentro de un periodo de estancamiento general en Europa. Comienza con una epidemia de peste bubónica, llamada “peste atlántica” que invadió casi toda la península, solo Cataluña, Valencia y Murcia se vieron libres. Duró hasta 1602 y las víctimas se calculan en un mínimo de medio millón. Después llegó la de 1647, que es la mayor catástrofe demográfica que ha conocido la España moderna. Las cifras de víctimas fueron impresionantes: 13.780 en Córdoba, y unos 60.000 en Sevilla, lo que supuso entre en cuarto y la mitad de sus vecinos. Pérdidas torno al millón de muertos, a lo que hay que unir los matrimonios rotos y los desplazamientos de población.Otros factores que incidieron en la población fueron la emigración a América y la guerra, más importantes por la calidad de sus efectivos que por su número.
En general podemos decir que la población española experimentó un leve descenso en el siglo XVII, que a pesar de las circunstancias no fue acusado. Más interés presenta el estudio de los desequilibrios regionales. Durante el siglo XVII lo que de verdad se produjo fue un vuelco del centro a la periferia, el centro castellano, más poblado y más influyente social y económicamente sufrió un transvase tanto demográfico como económico, en la zona cántabra, catalana y andaluza. Es ahora, en el siglo XVII, cuando se inicia ese proceso, que culminará en el XVIII.
LA SOCIEDAD
La estructura social española no defería mucho de la de otros estados europeos; debía haber una nobleza dotada de ciertos privilegios; la cualidad de noble se transmitía por la sangre o por voluntad del rey, a través de méritos de orden militar, aunque cada vez más por funciones administrativas o dinero. En Castilla ocupaban el puesto superior los grandes, seguían los títulos, en número creciente; condes y marqueses, pues los duques tenían automáticamente la condición de grandes. Los Caballeros formaban una especie de clase media urbana; se beneficiaban del monopolio de los cargos municipales. Por último estaban los Hidalgos muy numerosos en el norte (casi la mitad de la población en Asturias y Cantabria), y muy escasos al sur del Tajo, mientras que al sur del mismo río ciudades como Sevilla, Córdoba, Jerez, Baeza, Úbeda o Trujillo presentaban grandes concentraciones de títulos y caballeros, escasos en el norte.
El elemento eclesiástico siguió conservando su jerarquía propia y también conservó, a través de todos los cambios, su aprecio legal y social; incluso lo aumentó, al reformar sus costumbres y al situarse en muchas ocasiones en una postura populista frente a exigencias estatales desmesuradas.
El estado general o llano, era llamado también de los buenos hombres pecheros (de pecho, tributo). Si los nobles eran el 10% por ciento de la población y los eclesiásticos, con los familiares que compartían sus privilegios jurídicos, el 3%, el resto lo constituía el Estado General. En él estaban el terrateniente y el peón agrícola, el rico mercader y el buhonero. Lo único que tenían en común era el no pertenecer a las clases privilegiadas, pero dentro de él las distinciones de clase eran muy marcadas.
Si la teoría de la sociedad jerárquica permaneció inmutable, la realidad impuso una acomodación a los cambios, sobre todo económicos. Estos cambios se observaron con más fuerza en las zonas dinámicas, las grandes ciudades, Andalucía y parte de Castilla Central. La mezcla de la vieja nobleza con la nueva aristocracia del dinero constituyó, de un lado, las oligarquías urbanas, de otro, en el ámbito rural, los poderosos, que fueron los que patrocinaron las exenciones de los lugares y su conversión en villas con gobierno, controlado por ellos.
Hasta aquí las analogías que la sociedad española presenta con el resto de Europa, pero la sociedad española presentaba ciertos rasgos diferenciadores con respecto a otros países, estos eran principalmente dos: La existencia de judíos, conversos muy mezclados con los cristianos viejos sin que ello les librase de los Estatutos de Limpieza de Sangre; la existencia de 300.000 moriscos, minoría compacta e inasimilable, que concluyo con su definitiva expulsión entre 1609 y 1614; y por último la existencia de más de 50.000 esclavos, que se dedicaban casi exclusivamente a labores domésticas.
ECONOMÍA
Agricultura y ganadería. La economía del siglo XVI era fundamentalmente agropastoril. Las malas cosechas son habituales, lo que unido al aumento de población supondrá la carestía del trigo. La agricultura se desarrolló por el aumento demográfico que propició la puesta en cultivo de nuevas tierras, hasta que el precario equilibrio entre la población y los recursos se rompe y se produce la crisis agraria que se registra desde fines del s. XVI y se prolonga hasta el siguiente. El aumento de los precios de la tierra, produce la acaparación por parte de la burguesía, que invierte en tierras en lugar de en industria y la concentración de la propiedad. Los intercambios entre comarcas eran difíciles y costosos por la mala red de carreteras y las aduanas entre los reinos de Castilla, Aragón, Navarra y Portugal. Es una agricultura donde la renta no está monetarizada, se paga en especie para huir de la inflación.
La ganadería lanar tenía importancia por la transhumancia y el comercio de la lana merina con Flandes. El Concejo de la Mesta, creado en el s. XIII por Alfonso X. Había 3 millones de cabezas de ganado.Esta actividad se ve perjudicada por las guerras y la competencia inglesa. Este comercio potenció la actividad de los grandes centros pañeros como la ciudad de Segovia y Córdoba que conocen una edad de oro.
Industria. En España no se desarrolló una industria como en otros países. Las causas más directas son la poca competitividad de nuestros productos por los salarios tan elevados, la rigidez de la organización gremial, el retraso técnico y venta de juros, pueblos y tierras, relacionada esta última con la falta de espíritu empresarial. Los gérmenes de industria del siglo XVI perecieron en el XVII. La ley de 1566 permitiendo extraer moneda de oro del reino lleva al hundimiento primero de las ferias, luego de la industria. Se contaron en el siglo XVI con muchos aspectos favorables, había materia prima, capital, trabajadores y mercado. También había carencias, como la de técnicos. De entre las industrias de la época se podrían destacar las de armas de fuego y los astilleros del norte, tabacos y jabones del sur, las cecas dedicadas a producir moneda. La industria textil compitió para que no se permitiera la exportación de la lana y se quedara en Castilla para trabajarse en centros como Segovia y Cuenca. Los productos extranjeros eran mucho más baratos, por la alta inflación peninsular.
Comercio. El comercio interior y exterior fue muy importante en España, aunque tuvo el lastre de la repugnancia de diversas capas sociales hacia él. El pequeño comercio chocaba a su vez con la reglamentación municipal. En Madrid, el comercio de productos de lujo, si llegó a tener fuerza: Cinco Gremios Mayores. La burguesía mercantil solo era importante donde se dedicaba al comercio internacional. En la zona levantina el comercio mediterráneo parecía fosilizado. La burguesía castellana, vio desaparecer su comercio europeo por las constantes guerras del siglo XVI. Solo Sevilla florecía con el comercio indiano. Castilla paga sus empresas con mercaderías hasta 1566, cuando se permite la extracción de metales preciosos. Esto, unido al establecimiento de bancos fijos y la quiebra de 1597, acaba con el sistema de ferias y debilita las exportaciones de lana. La crisis de Medina del Campo es paralela a la de Burgos. El comercio de Sevilla era importante ya antes del Descubrimiento. Florece allí una importante burguesía mercantil, que con el tiempo se irá trasladando a Cádiz, que en la segunda mitad del XVII le toma la delantera a Sevilla. El proceso inflacionista conocido como Revolución de los Precios, que aumentó los mendigos a 150.000, bandoleros y emigrantes, se debió a varios factores, la llegada de metales preciosos, las emisiones de juros y el aumento de la demanda en una economía subdesarrollada.
Real Hacienda. Carlos I obtuvo principalmente sus ingresos a través de los consejos de Castilla y de Indias. De los otros reinos apenas consigue subsidios extraordinarios. El sistema recaudatorio era poco efectivo. En ocasiones se incautó todo el oro y plata que llegaban a Sevilla. La deuda era de dos maneras: Juros con particulares a largo plazo, y Asientos con los banqueros reales a corto plazo.
Felipe II robusteció la Hacienda haciendo tributar al clero, doblando la alcabala (impuesto que graba el volumen de las ventas), y recuperando el monopolio de la sal. Los enormes recursos se emplearon en la política exterior (guerra de Flandes y competencia naval con turcos e ingleses), pero con unos gastos creciendo más que los recursos resultaban insuficientes. Bancarrotas 1557 - 1575 - 1596. Revolución de los precios (Hamilton)
Con Felipe III la crisis hacendística quedó estabilizada, gracias al periodo de paz.
Felipe IV, al contrario, agudizó los problemas. Se vendieron pueblos y cargos, se gravaron todos los artículos de consumo, se devaluó la moneda, se bajó el interés de los Juros. La alteración monetaria y la venta de cargos fueron las medidas más nocivas. A la revolución de los precios se unieron desde 1645 el descenso de las remesas de planta, las devaluaciones montearias y la emisión excesiva de juros. Aumenta el déficti y deuda.
El gran mal producido por la alteración monetaria acabó durante el reinado de Carlos II, en 1680, con la drástica deflación monetaria. Los resultados se sentirían en la recuperación del siglo siguiente. A

Financieros. Las finanzas estuvieron dominados primero por los banqueros alemanes del Emperador, los Fugger y Welser. No hay capitales en Castilla suficientes para adelantar los pagos de la corona, por lo que pese a los intentos con Simón Ruiz y otros, se acaba recurriendo a los banqueros genoveses. La quiebra de las ferias y el comercio de la lana, y el cambio de actividad de Burgos para evitar ser acusados de judeoconversos, separa a los castellanos de las finanzas públicas. Olivares trató de emplear a marranos portugueses, pero seguía siendo insuficiente. Solo en la segunda mitad del XVII vuelven los castellanos ante la retirada de los genoveses.


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