martes, 14 de noviembre de 2017

4.2 4.3 REINADOS DE FELIPE V Y FERNANDO VI

    1. EL REINADO DE FELIPE V ((1700-1724 ; 1724-1746).
Felipe V estuvo dominado por crisis psíquicas cada vez más profundas y sometido a influencias externas. La primera sería francesa, x su primera esposa, Mª Luisa de Saboya y la Princesa de los Ursinos, junto con el embajador francés Amelot que llegó a convertirse en primer ministro de España, dirigiendo la administración e impulsando la reforma. También un francés, Jean Orry, fue nombrado superintendente de finanzas por Amelot (1705-1709). Detrás de todo este entramado estaba Luis XIV cuyo principal objetivo era llevar a cabo un triple programa de reformas:
  • Reducir el poder de la aristocracia.
  • Reducir el poder de las órdenes religiosas.
  • Abolición de los fueros de la corona de Aragón.
Amelot, retirado por Luis XIV en 1709 indujo a Felipe V a identificarse más con el partido español, aunque siguió de hecho la influencia del rey francés.
A raíz de la boda del rey con Isabel de Farnesio, la situación cambió. La primera en caer fue la princesa de los Ursinos y también fueron destituidos Orry y Macanaz. Isabel puso límites a la influencia francesa y a la "nueva burocracia", consiguió credibilidad ante los españoles tradicionalistas, pero ello fue a costa de la promoción de los italianos, lo que originaría desilusión. Se sustituyó el modelo francés por el dominio de los favoritos (típico de los últimos Austrias).

ALBERONI (1715-1719).
Era el jesuita que había gestionado el matrimonio del rey. Fue nombrado cardenal en 1717, sin ningún título oficial.
En política exterior centró su labor en la revisión del tratado de Utrecht que había destruido la presencia española en Italia. Existía una razón para ello: Isabel quería para sus hijos algún trono italiano, ya que la sucesión española estaba asegurada para los hijos del primer matrimonio. Así, se reorganizaron las fuerzas navales y las finanzas con vista a una acción inmediata: financiar las expediciones a Cerdeña y Sicilia, que fueron ocupadas en 171 7 y 1718, respectivamente.
Como consecuencia de este desafío al orden internacional establecido en Utrecht en 1718 se firmó la Cuádruple Alianza (Inglaterra, Holanda, Austria y Francia) y la flota británica destruyó a la española en las costas de Sicilia, mientras Francia atacaba Guipúzcoa y Cataluña. Los aliados solicitaron la expulsión de Alberoni, y Felipe V le despidió en diciembre de 1719.
En política interior Alberoni anuló las medidas introducidas por Orry, recortó del gasto público y reorganizó el comercio, mientras Felipe V se encontraba enfermo y sufría alucinaciones.

RIPPERDÁ (1719-1726).
Tras la caída de Alberoni hubo un vacío de poder, llenado en parte por los Secretarios de Estado cuyas competencias se acrecentaban (por ejemplo Grimaldi).
En 1724 se produjo una gran conmoción con la abdicación de Felipe V, alegando motivos religiosos, posiblemente con esperanzas de acceder al trono francés a la muerte de Luis XIV. Le sucedió en el trono español su primogénito Luis I (1724), y la reacción española fue de gran satisfacción, pues era el ídolo de la aristocracia y del partido español.
Sin embargo, la abdicación fue ficticia, ya que aunque los reyes vivían en La Granja de San Ildefonso, desde allí seguían influyendo en la política española. De hecho, Luis era asesorado por una Junta designada por Felipe V. Sin embargo, contrajo la viruela y murió ocho meses después, volviendo Felipe V al trono.
En septiembre de 1724 comenzaba el segundo reinado de Felipe V y el favorito fue el Barón de Ripperdá, aventurero holandés, carente de talento, que llegó a España como diplomático y consiguió ponerse al servicio del rey.
Durante su valimiento en política exterior se logró en 1725 la reconciliación entre Felipe V y Carlos VI de Austria mediante la firma del Tratado de Viena, que pretendía hacer frente a la alianza anglo-francesa (realizada tras la muerte de Luis XIV), desfavorable para España.
En política interior no fue reformista; tan sólo hizo algunos cambios para aumentar los ingresos y poder pagar los subsidios prometidos en el tratado de Viena. Su caída, se produjo en 1725, tras mostrar su incapacidad y ser descubiertas sus intrigas. Fue destituido y encarcelado en el Alcázar de Segovia, de donde escapó.

PATIÑO (1726-1736).
Patiño era un funcionario conservador, pragmático e infatigable, y su objetivo era recuperar el poder español, revitalizando el comercio americano mediante una marina fuerte, el desarrollo de una industria nacional y una política fiscal que estimulara las exportaciones. Sin embargo, su programa tenía críticos.
En política interior destacó la creación de un ejército y una marina para defender el colonialismo y mantener mejores relaciones exteriores, lo que permitió reafirmar la presencia española en el Mediterráneo. Como ministro de Hacienda no hizo transformaciones radicales, aunque impuso una política mercantilista favoreciendo la producción textil española con disposiciones para dificultar importaciones de tejido extranjeros. Entre 1727 y 1728 se llevó a cabo un reajuste monetario buscando la estabilidad financiera.
En política exterior, y siguiendo las consignas de la reina, la prioridad eran los objetivos italianos. Se firmó el Primer Pacto de Familia en 1733 entre España y Francia, debido a la guerra de sucesión de Polonia: Luis XV pensó que su suegro tenía derecho al trono polaco y buscó alianza de España. Para España era la ocasión de disputar a Austria sus dominios italianos, además de que Francia prometía ayuda a España para recuperar Gibraltar. España se comprometió a ayudar a Francia contra Austria y a no hacer la paz por separado. Ambas potencias se concedían el trato de "nación más favorecida" para el comercio.
Consecuencias del pacto fueron:

  • España recuperó Nápoles y Sicilia donde Carlos fue proclamado soberano de ambos reinos, reconocido por Luis XIV.

  • Francia no respetó el pacto y firmó por separado la paz con Austria en octubre de 1735: Austria se quedó con Lombardía y con el ducado de Parma, marginándose los intereses españoles en el norte y centro de Italia. A cambio Austria reconoció a Carlos como nuevo rey de Nápoles y Sicilia.
En 1736 Patiño murió, amargado por los resultados inesperados de la política exterior, las extravagancias que tenía que soportar en las entrevistas con el rey y la durísima campaña que sufrió contra su persona.

CAMPILLO (1736-1743).
Tras la muerte de Patiño no hubo un sucesor que acumulase todas las tareas. Sus carteras fueron divididas en diversos personajes, ninguno de su talla. Poco a poco la reina se fue apoyando en un nuevo administrador: José del Campillo y Cossío, nombrado en 1741 ministro de Hacienda, Guerra, Marina e Indias, y que se convirtió en el auténtico heredero de Patiño. Sus ideas eran más radicales que las de su predecesor; era un gran conocedor de los asuntos coloniales y marítimos, y un gran intelectual, pero no dispuso de mucho tiempo ya que murió en 1743.
Durante este tiempo se produjo la guerra de la Oreja de Jenkins (1739), que fue una auténtica guerra colonial, que no tuvo éxito. Las causas estaban en las ambiciones inglesas en América: el contrabando continuo inglés (a pesar del tratado de asiento de 1731, reforzado por los comerciantes recientemente autorizados) seguía siendo un problema muy grave para la economía colonial española, siendo la cuestión de la oreja de Jenkins un mero pretexto. Sin embargo, también se trató de una guerra europea, ya que se mezcló tras 1740 con la Guerra de Sucesión de Austria (en la que Inglaterra apoyó a Austria y Francia a Baviera). Estaba en juego el equilibrio de Europa y el comercio de América. En 1741 esta guerra quedó definitivamente englobada dentro de la Guerra de sucesión austríaca. Isabel de Farnesio daría otro paso en su política italiana: dos expediciones españolas llegaron al norte de Italia para luchar contra los austríacos.
En este contexto se firmó el Segundo Pacto de Familia o tratado de Fontainebleau de 1743, que era una nueva alianza franco-española en la que se ratificaba lo estipulado en el primer pacto, aunque adaptado a la coyuntura internacional. Luis XV se comprometió a instalar a Felipe de Borbón en Milán, Parma y Piacenzia y se garantizaba la posición de Carlos como rey de las Dos Sicilias. Francia apoyaría la reconquista de Gibraltar y Menorca, y Felipe V se comprometía a no dar a los ingleses el "asiento de negros" ni a autorizar el navío de permiso a América.
Al morir Felipe V la guerra continuaba, pero el nuevo reinado abría nuevas posibilidades. Melchor de Macanaz, uno de los negociadores españoles, defendía la posición nacionalista: España, como nación independiente, debía llegar a un acuerdo con Inglaterra, potencia marítima y comercial más poderosa del mundo; para él la alianza con Francia era perjudicial. Pero estas negociaciones fracasaron por Gibraltar e Italia.
En 1748 se firmó la Paz de Aquisgrán, negociada por Francia, y que ponía fin a la guerra. España aceptó la paz con renuencia, sin lograr lo que se le había prometido. A pesar de ello, el balance de la guerra fue para España una mejora radical: consiguió poner límite al progreso británico en América. También culminó el proyecto de Isabel de Farnesio en Italia, reapareciendo España como potencia en el Mediterráneo y con sus hijos colocados. En 1748 nuevo orden de prioridades en política exterior: acaba la preferencia de la diplomacia europea para centrar su atención en la cuestión colonial y por tanto en el Atlántico.
La guerra supuso el fin del sistema colonial tradicional. En 1740 se suprimieron todas las flotas y, desde entonces, para el abastecimiento de Sudamérica, se utilizaron navíos aislados autorizados por la corona.

FERNANDO VI (1746-1759).
Fernando VI estaba casado con la infanta portuguesa Bárbara de Braganza, con quien no tuvo hijos. Fue un monarca nacional, nacido en España y rodeado de españoles; prefería su país a la dinastía, y la neutralidad a la guerra. Le llevó dos años librarse de Francia e Italia, pero la política exterior dejó de ser la única prioridad del Estado. Los intereses españoles ya no residían en campos de batalla europeos sino en el Atlántico.
Las principales figuras políticas de este reinado fueron:

  • Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, hombre capaz, de origen modesto de familia de hidalgos de Logroño. A la muerte de Campillo en 1743 ocupó el puesto de secretario de Hacienda, de Guerra y Marina, Indias y superintendente de Ingresos. Fue el hombre más poderoso del momento.

  • José de Carvajal y Lancaster, a partir de 1746 fue Secretario de Estado, con fuertes convicciones y firmemente aplicadas.
1743-1754.
Hasta 1746 el objetivo de Enseñada era apartarse de la guerra y establecer la paz. Presentó al rey su programa en una serie de informes (1746, 1747, 1748 y 1751), y a finales de 1748, tras firma de la Paz de Aquisgrán, contaba una posición perfecta para cumplir su programa, con las siguientes prioridades:
  • Reforma administrativa y financiera. El proyecto de Ensenada se basaba en sustituir todos los impuestos existentes sobre bienes de consumo y servicios por un impuesto único sobre la renta. Para ello era necesario la compilación de un censo de personas, propiedades e ingresos de toda Castilla para 1750: El Catastro de Ensenada de 1754. Sin embargo, grupos de intereses y sectores privilegiados protestaron y presionaron, con lo que el proyecto se pospuso y luego se abandonó.
  • Comercio con las Indias. Era la preocupación fundamental para Ensenada. Se dio un nuevo impulso a la utilización de navío de registro y se prestó atención a la administración colonial, que era muy corrupta por la frecuente venta de cargos para la Audiencia y corregidor.
  • Construcción naval. Era prioritaria para un país con un imperio ultramarino y que pretendía ser respetado por Francia e Inglaterra. Ensenada concentró los esfuerzos en materia de defensa de la Marina. Heredó la deteriorada infraestructura de Patiño, y la reconstruyó. Se crearon tres arsenales reales: Cádiz, El Ferrol y Cartagena. El resultado fue que en 1760 España tenía 47 barcos de línea y 21 fragatas, y continuaban aumentando.
  • Reforzamiento del ejército.
  • Relaciones con Roma. La regalía más importante que tenía España en cuestión religiosa era el Patronato Real (derecho de presentación para obispos y beneficios más significativos). El 11 de enero de 1753 por el Concordato se condecía a la corona el derecho de Patronato Universal por el que el rey de España no sólo tenía el derecho de presentación de altos cargos eclesiásticos, sino que también consiguió otras prebendas y beneficios, excepto los que se reservaba al papa. Las consecuencias fueron un incremento del poder de la corona, que desde ese momento tendría el control sobre el episcopado y la mayoría del clero secular.
En política exterior cabe destacar:
La neutralidad que mantuvo España en la cuestión de la Guerra de los Siete Años entre Francia e Inglaterra.
  • La firma de un Tratado de Límites con la América Portuguesa (Tratado de Madrid) en 1750 por el que Portugal renunciaba a Colonia do Sacramento (enclave importantísimo desde un punto de vista comercial) mientras que España cedía dos zonas en la frontera de Brasil, muy controvertidas ya que allí había siete misiones guaraníes de jesuitas, a los que se dio la orden de abandonarlas y asentar a los indios en territorio español.
Este tratado tuvo importantes repercusiones políticas en España, ya que se produjo una polarización de opiniones entre los partidarios del tratado (enemigos de los jesuitas) y los contrarios al tratado. El resultado fue la desestabilización del gobierno con la crisis de 1754, el aislamiento profundo de Carvajal, y asociación más estrecha entre Ensenada y Rávago.
A la muerte de Carvajal en 1754, los miembros de su facción pasaron a la oposición de Ensenada, temerosos de su excesivo poder. Esta oposición estaba dividida en dos grupos:
  • Los enemigos políticos, liderados por el duque de Huéscar, futuro duque de Alba.
  • Los ingleses, con el embajador Keene al frente, que convencieron al rey del nombramiento de Ricardo Wall (de ascendencia inglesa, nacido en Francia) como Secretario de Estado en sustitución del fallecido Carvajal.
Huéscar y Wall acusaron a Ensenada ante el rey de deslealtad, aunque en realidad, Ensenada fue víctima de una lucha por el poder, un auténtico golpe de Estado, cuyos autores eran el duque de Huéscar, el conde de Valparaíso, y el embajador inglés Keene, que pretendían contrarrestar la inclinación de Ensenada hacia Francia, interrumpir el programa de construcción naval y frustrar las medidas de defensa en América.

Así, en 1754 el rey ordenó el cese y la detención de Ensenada que fue confinado en Granada y no fue juzgado. El equipo de Ensenada (Jorge Juan, Antonio de Ulloa y el padre Rávago) fue desmantelado.


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